Sabiduría
(8:19-20), “Yo era un niño de un natural feliz y había obtenido una alma buena.
Siendo bueno vine en un cuerpo sin mancha”.
Y no temáis a los
que matan el cuerpo, más al alma no pueden matar: temed antes a aquel puede
destruir el alma y el cuerpo en el infierno Mateo 10 – 28
El cambio es lo único constante en el universo. Todo cambia
en cada momento. La vida es sobre el cambio y con el cambio viene el
crecimiento. Un día dejarás aún tu propio cuerpo. Nunca puedes ser propietario
de nada aquí en la Tierra.
La muerte es algo natural incontrastable e inevitable. Hemos
manifestado permanentemente la inequívoca tenencia a hacer a un lado la muerte,
e eliminarla de la vida. Hemos intentado matarla con el silencio.
La muerte, si sólo
pudiéramos comprenderlo, es una de las actividades que más hemos practicado.
Hemos muerto muchas veces y moriremos muchas más. Muerte es, esencialmente,
cuestión de conciencia.
No obstante,
vivimos como si la muerte no existiera. A lo sumo, la admitimos en los demás, y
eso por que la estamos contemplando a diario en quienes se mueren a nuestro
alrededor y va desapareciendo del panorama que compartíamos con ellos.
La muerte es un
cambio, una trasformación, es evolución, cuando uno muere deja de existir el
cuerpo físico, el alma sigue existiendo, es eterna, inmortal.
Reencarnar es
cambiar de cuerpo y uno lo hace sin darse cuenta, cambiamos de la niñez,
adolescencia, juventud, madurez, vejez. La humanidad actual de la Tierra camina
con vestidos de carne, dentro de cuerpos constituidos por materia-energía.
El término
«resurrección» del sustantivo latino resurrectĭo derivado del verbo resurgo, resurrexi,
levantarse, alzarse, resurgir, renacer hace referencia a la acción de
resucitar, de dar nuevo ser o nueva vida.
Renacer es volver a nacer.
Para los budistas, la muerte es sólo el principio de otra
vida que se irá repitiendo hasta llegar al Nirvana. Esto ocurre cuando el sujeto
ha aprendido y ha obtenido la suficiente sabiduría espiritual como para ver la
Verdad, la Realidad. El Nirvana no se puede explicar, porque es tan difícil de
comprender como difícil es de ver la Verdad. Por ello, el rito funerario
budista es un llamado "rito de paso".